EL SEÑOR DE LOS ANILLOS
DUALIDADES
(Tercera Parte)
Se narra en “El
Silmarillion” como Ilúvatar, una vez que los Valar prepararon y terminaron de
formar al mundo, creó a los Elfos, los primeros nacidos, y les ofreció el mundo
para que habitaran en él. Mientras tanto, Morgoth, el Vala renegado y primer
Señor Oscuro, permanecía escondido en el norte de la tierra. En vista de que no
podía crear vida de la nada, pues solo Ilúvatar tenía esa facultad, Morgoth
acechó entre las sombras a los elfos y fue apresando a aquellos que erraban
solos y desprevenidos. Los desdichados elfos que cayeron en las manos de
Morgoth, fueron encerrados en oscuras mazmorras donde fueron torturados,
mutilados y deformados por medio de las “malas artes” de Morgoth. Los
prisioneros no volvieron a ver la luz del sol jamás. Estos elfos se
convirtieron en Orcos, los enemigos acérrimos de los pueblos libres de la Tierra Media; en las
entrañas de las montañas se multiplicaron alimentándose de carne putrefacta y
aguas estancadas.
Al igual que los
elfos, los orcos eran fieros guerreros, sin embargo, en todo lo demás, incluso
en el aspecto físico, eran polos opuestos, pues odiaban las cosas bellas y
disfrutaban matando y torturando. Alejandra Ramírez y Agustín Celis, en su “Bestiario”, retoman a los orcos de
Tolkien y los describen fielmente, tal y como Tolkien los creó. Se los concibe
como una raza de seres que carecen de alma por lo que, cuando mueren, sus vidas
terminan en ese preciso momento, no alcanzan trascendencia alguna; esto hace
que no sientan ningún respeto por la vida y disfruten con la destrucción y el asesinato.
El no poseer alma los hace inadaptados para vivir, de tal forma que se limitan
a “existir” o a “sobrevivir” en el mundo; por esta razón, no tienen ningún
horizonte hacia el cual dirigirse mientras permanecen en la tierra, y necesitan
de un amo que les indique uno, esto los hace esclavos perfectos para un amo
cruel y tiránico, como lo fue Morgoth en su momento y, posteriormente, Sauron.
A pesar de todo, en lo más profundo de su corazón, los orcos odian con fuerza a
su amo y “creador” por volverlos lo que son, seres malignos incapaces, incluso,
de tolerar la luz del sol, lo odian por no haberles dado una razón para existir
en el mundo, ni opciones diferentes al odio y a la maldad en función de las
cuales regir su vida.
Según la mitología
celta, en la antigüedad, Irlanda estaba habitada por una raza de guerreros conocidos como los
Tuatha de Danaan, los hijos de la diosa madre celta, Dana, quienes expulsaron a
los gigantes fomorianos de la isla y vivieron en Irlanda hasta la llegada de
los seres humanos. De ellos se decía que poseían virtudes y habilidades
superiores a las de los humanos, aunque no tan poderosas y magníficas como las
que poseían los dioses, finalmente, con el advenimiento del cristianismo, los
Tuatha de Danaan cayeron en el olvido y, al igual que los elfos de Tolkien,
abandonaron Irlanda embarcándose a tierras lejanas, más allá del mar. En la
mitología nórdica, se habla de dos especies de elfos: los Lios Alfar o elfos de
la luz, muy semejantes a los elfos de la Tierra Media, y los
Svart Alfar, o elfos de la oscuridad. Algunos emparentan a estos elfos oscuros
con los orcos de la obra de Tolkien, aunque muchos historiadores consideran que
los Svart Alfar, son más parecidos a los enanos de “El Señor de los Anillos”,
por el hecho de que vivían en reinos subterráneos. En la mitología romana, Orco
es uno de los nombres con el que designan al dios Plutón, equivalente al dios
griego Hades; según los mitos, Plutón no era un dios tiránico y cruel, más bien
se trataba de un dios bastante justo, aún así, era temido por los seres humanos
debido a que regía el reino de los muertos; el temor que los humanos sentían
por la muerte hacía que Plutón se mantuviera solo, pues ni siquiera los demás
dioses se acercaban a él, su única compañía era su esposa Perséfone, a quien
había tenido que secuestrar.
La dualidad en los
elfos se manifiesta, también, en dos aspectos trascendentales en la obra de
Tolkien. En primer lugar, se pueden citar las relaciones que los elfos
establecían con otro pueblo de la Tierra Media: los enanos. Según el libro, los
elfos y los enanos se tienen antipatía y no se agradan entre sí, desconfían
unos de otros y prefieren mantenerse apartados. Tolkien explica el origen de
esta rivalidad remontándose a los tiempos de la creación narrados en "El
Silmarillión". Se dice que, cuando Ilúvatar envió a los Valar a preparar a la
tierra para la llegada de los primeros nacidos, es decir, los elfos y los hombres,
pero uno de los Valar, Aulë, señor de la artesanía, soñaba con crear un pueblo
propio al cual cuidar, proteger y enseñar su arte, así que construyó una
especie de bocetos de siete seres tallados en piedra. Ilúvatar al enterarse, se
enfureció, así que Aule, para evitar la ira de su padre, decidió destruir sus
creaciones; llorando estaba a punto de demolerlos, pero Ilúvatar se compadeció
de él, y le permitió terminar sus creaciones, es más, se comprometió a darles
vida después del despertar de los elfos, pero le advirtió los problemas futuros
diciendo: “surgirán a menudo conflictos entre los tuyos y los míos”. Aún así,
en la trama de "El Señor de los Anillos", Legolas, un elfo y Gimli, un enano,
forman parte de la Comunidad del Anillo que lucha junto a Aragorn y acompaña a Frodo
en su misión; al principio no se tienen confianza, pero al finalizar la
historia, ambos se convierten en los mejores amigos y comparten muchas
aventuras juntos. Cuándo Legolas abandona la Tierra Media y se
dirige a las Tierras Imperecederas donde viven los Valar, decide llevar a Gimli
consigo, Gimli se convierte en el primer enano en llegar a las tierras de los
grandes señores y, de este modo, termina la enemistad entre ambos pueblos. Se
dice que, por el hecho de haber sido tallados de la piedra por Aulë, los enanos
eran seres fuertes y resistentes, así como grandes arquitectos y mineros.
El segundo aspecto
de gran importancia que relaciona a los elfos con la dualidad, implica la
relación que establecen con los seres humanos o, más bien dicho, la relación
que Tolkien crea entre la mortalidad y la inmortalidad. Elfos y humanos no
podían unirse en matrimonio debido a esta particularidad, pero esto no impide que
Aragorn y Arwen se hubiesen casado, tuvieran hijos y gobernaran Gondor como Rey
y Reina; como tampoco logró impedir la unión de Beren, un mortal, y Lúthien,
una elfa, cuya historia se narra en "El Silmarillion". Los conflictos y dificultades a los que se enfrentan los dos personajes, guardan cierto paralelismo con aquellos que enfrentan Aragorn y Arwen aunque, al mismo tiempo, poseen diferencias significativas. Los dos
amantes enfrentan juntos un sinnúmero de enemigos, vampiros, demonios,
licántropos e, incluso, otros elfos, ayudados solo por Húan, un perro de
mágicos poderes, con el fin de lograr la misión que Thingol, el padre de Lúthien, le impone a Beren para aceptar entregarle la mano de su hija: robar uno de los Silmarils, las joyas mágicas que Morgoth portaba en su corona. Al final, y pese a tenerlo todo en contra, Beren y Lúthien logran superar incluso a la misma muerte, y vivir juntos y en paz hasta el final de sus días. Pocos saben que entre sus descendientes figura el mismo Aragorn, quien asumiría el trono de Gondor en "El Señor de los Anillos". Ambas historias, más que reflejar la profunda brecha que existe entre mortalidad e inmortalidad, nos recuerda que la vida y la muerte, lejos de ser adversarias, son complementarias una de otra, como las dos caras de una misma moneda. Dos facetas únicas y totalmente diferentes; dos aspectos de una marcada dualidad que, sin embargo, pueden llegar a unirse y a coexistir, gracias a una fuerza capaz de abarcarlas a las dos: el amor.
Otro ejemplo
diferente de cómo la dualidad se encuentra expresada en la historia, puede
encontrarse en el papel que juegan las máquinas y la naturaleza, o más
específicamente, unos seres llamados Ents, en la trama de la historia. Se
cuenta en “El Silmarillion”, que una de las Valier (Las Reinas de los Valar), conocida como Yavanna, decidió
crear unos guardianes cuya tarea fuese proteger los árboles y los bosques; de
este modo, creó a los Ents, también llamados “Pastores de Árboles”, unos
gigantes con aspecto de árbol que se encargaban de proteger todo lo verde que
pudiese encontrarse en el mundo. Durante el desarrollo de la trama de “El Señor
de los Anillos”, Saruman, el Istari siervo de Sauron, decide destruir parte del
bosque en el que habitaban los Ents, para crear calderas en donde construir las
armas y máquinas de guerra de sus ejércitos y donde pudiera engendrar una raza
de orcos más fuerte y sanguinaria. La ira de los Ents ante la destrucción de
Saruman es enorme, así que destruyen la torre en la que el mago habita, y
sepultan para siempre sus calderas.
La naturaleza juega
un papel fundamental en la obra de Tolkien, debido a dos cosas en particular.
En primer lugar, Tolkien había leído la historia de Macbeth del escritor
William Shakespeare, en donde se predice la caída de este rey el día en que un
bosque entero se movilizara hasta su palacio y le declarara la guerra. Macbeth
no podía creer que un bosque pudiese derrotarlo, así que hizo caso omiso a la
advertencia. Una noche, descubren que el castillo se encuentra sitiado por
árboles, puesto que un bosque entero parecía haberse revelado contra el
monarca; sin embargo, no se trataba de un bosque de verdad, sino de un ejército
de soldados ataviados con hojas y ramas para pasar desapercibidos por sus
enemigos. En esta batalla, Macbeth es derrotado. A partir de ese instante,
Tolkien soñó con ver un bosque de verdad, con árboles reales, marchar hacia la
guerra contra un tirano malvado. En segundo lugar, para poder determinar por
qué Tolkien enfrenta a la naturaleza contra las máquinas que crea Saruman,
debemos remontarnos a la niñez del escritor.
Cuándo era niño, Tolkien vivía en
una casita de campo a las afueras de Birmingham, donde pasaba el tiempo
paseando por los bosques y jugando en el campo con su hermano. Al morir su
madre, fue enviado a vivir a la ciudad con una tía; desde las ventanas de su
nueva casa, el pequeño Tolkien no podía contemplar nada más que el humo de las
fábricas y la avasallante fuerza de la revolución industrial. En “El Señor de
los Anillos”, Barbol, el jefe y decano de los Ents, se refiere a Saruman
afirmando que “en su mente solo hay metal
y ruedas, y que no le interesan las cosas que crecen a menos que pueda
emplearlas para su beneficio”. Humphrey Carpenter, biógrafo de Tolkien,
aclara esta circunstancia de la siguiente manera: “el amor a los campos abiertos de su juventud se convertiría en un
aspecto esencial de sus textos, y estaba vinculado de modo profundo con el amor
por el recuerdo de su madre”. De este modo, la naturaleza y las máquinas se
convierten en otras fichas importantes en la batalla que Tolkien crea en su
mundo fantástico.
Así como la
naturaleza posee su propio papel fundamental en la trama de la historia, los animales
juegan un rol decisivo a lo largo de la obra de Tolkien. Anteriormente se
mencionó a los Mearas, los caballos inteligentes y veloces que solo cabalgaban
los reyes del reino de Rohan y Gandalf, pues ellos también tenían una
contrapartida. Así como los humanos y los elfos montaban caballos en las
batallas, los orcos de Sauron montaban en una raza de lobos gigantescos
llamados Wargos, tan grandes y rápidos como caballos; se decía que, antiguamente,
en los tiempos de Morgoth, muchos espíritus atormentados y perversos fueron
liberados por el señor oscuro y se encarnaron en los cuerpos de lobos,
dotándolos de gran fuerza y poderes más allá de los normales, estos Wargos, a
los que Tolkien se refiere en "El Silmarillión" como Licántropos, pasaron a
engrosar, en "El Señor de los Anillos", las filas del ejército de Sauron en su
intento por conquistar la
Tierra Media. Las Águilas, también juegan un papel importante
en el desarrollo de la trama de la historia, puesto que se enfrentan a los
nueve sirvientes de Sauron, los Nazgûl o espectros del anillo, y a las bestias
aladas que montaban; de estas bestias, se dice que fueron creadas como una
burla de Morgoth ante las Águilas creadas por Manwë, el Señor de los Valar,
durante la primera edad del mundo. En "El Señor de los Anillos", Tolkien describe
a las bestias aladas de los Nazgul como “vestigios de mundos extintos”, por lo
que nos hace pensar en los dinosaurios voladores como los pterodáctilos que
hace millones de años surcaron el cielo.
En Las Mil y Una
Noches, específicamente en la historia de Sinbad, el Marino, se menciona a unas
aves gigantescas llamadas Rocs, tan grandes que eran capaces de aferrar a un
elefante con sus garras para alimentar a sus crías. Algunas tribus indígenas
norteamericanas, hablan del Pájaro del Trueno, una enorme águila de
centelleantes ojos capaz de provocar tormentas con sus alas. Los Lakotas, lo
consideraban una manifestación del ser Supremo y le otorgaban poderes para
crear y destruir, se decía que vivía en constante lucha con espíritus malignos;
de los enfrentamientos del ave con estos espíritus se producían las catástrofes
naturales. Respecto a lo anterior, resulta curioso el hecho de que se hayan descubierto los restos de un
ave voladora gigantesca, quizás un ancestro de las águilas modernas, en
Argentina, cuyas dimensiones eran enormes, sus alas extendidas medían ocho
metros de envergadura y tenía dos metros de alto, se bautizó con el nombre de
Argentavis Magnificens, y vivió en tiempos anteriores a la Cordillera de los
Andes. Su tamaño no era diferente al de Gwaihir, Señor del Viento, el rey de
las águilas de la Tierra
Media que luchó en la Batalla de los Cinco Ejércitos de "El Hobbit" y contra
las monturas de los Nazgûl en "El Señor de los Anillos"; se describe a Gwaihir
como una enorme águila cuyas alas medían seis metros de envergadura que
descendía de Thorondor, la primera Águila creada por Manwë cuyas alas tenían
una envergadura de treinta brazas, es decir, cerca de cincuenta y cinco metros de largo. Ésta gigantesca águila, similar a muchas otras que pueblan la mitología y la literatura, era tan poderosa, que fue capaz, incluso, de desfigurar con sus garras, el rostro de Morgoth en una batalla.
Además de la enorme diferencia existente entre
estas razas, la dualidad, y con dualidad no me refiero únicamente al bien y al mal, se encuentra inmersa en cada uno
de los personajes de la historia aunque en diferentes medidas. Un buen ejemplo
de lo anterior son dos de los personajes centrales de la historia. Por un lado,
se encuentra Aragorn, de quien ya hemos hablado, y por otro se encuentra el
hobbit Frodo, considerado por muchos como el verdadero héroe de la historia...
(Esperen, la próxima semana, la cuarta parte del artículo)