"El tiempo es un río... y los libros son barcos. Muchos volúmenes parten por esa corriente, pero encallan y se pierden en sus arenas. Sólo unos pocos, muy pocos, resisten la prueba del tiempo y viven para bendecir los siglos sucesivos."
"El Símbolo Perdido" - Dan Brown
Como escritor que he tenido que autoeditar y vender mi propia obra, considero absurdo que un gobierno, que afirma representar el "cambio", piense gravar los derechos de autor y aumentar las rentas de librerías y editoriales; en especial teniendo en cuenta que, en Colombia, las editoriales no cuenta con el apoyo que, en otros países, hacen de este sector un auténtico baluarte de las economías nacionales.
En Nariño, los autores no vivimos de los libros, los libros viven de nosotros, sus autores, quienes nos entregamos en alma, vida y corazón para mantenerlos a flote contra viento y marea, en medio de la indiferencia del estado y de los mismos ciudadanos. Para poder publicar "Torre y Campanas", la tercera parte de mi saga, tuve que invertir el equivalente de una reimpresión de "El Jaguar Dorado" y la publicación de "Los Pétalos Azules", pues el costo del papel, la tinta y todos los procesos y gestiones referentes a la cadena de producción de la obra, se incrementaron de manera exponencial; en cambio, este mismo tercer libro, tengo que seguir vendiéndolo al mismo precio del libro anterior, porque en Colombia la gente no piensa que un libro sea un producto de primera necesidad, que justifique "gastar" tanto dinero.
Leer y escuchar argumentos absurdos, como que "En Colombia solo se publican libros de prepagos y narcos" o "Para lo mucho que se lee en Colombia, no deberían preocuparse tanto", son solo tristes y deplorables reflejos de la ignorancia de la que nuestro pueblo hace alarde con malsano orgullo y de la imperiosa necesidad de que toda la cadena de producción del libro, que se establece como un puente entre los autores y los lectores, cuente, finalmente, con el respaldo necesario para cambiar esa mentalidad absurda y deplorable de la que hacen alarde muchos en su ignorancia.
Como dijo Oscar Wilde: "Hoy en día, el hombre conoce el precio de todo y el valor de nada". En Nariño, muchos libros, una vez muertos sus autores, terminan muriendo con ellos, pues no hay absolutamente nadie, ni editoriales, ni familiares, ni autoridades competentes, ni secretarías ni ministerios de cultura, que le permitan a esas obras trascender y mantenerse vigentes a lo largo del tiempo; de ahí la dificultad de lograr encontrar muchos títulos de autores de Nariño; libros que se vuelven verdaderas reliquias para sus propietarios. Si de verdad se desea generar un cambio cultural en la mentalidad de los colombianos, se requieren políticas que sirvan de base y respaldo para que los autores del país podamos dedicarnos a nuestras obras, con la conciencia de que nuestro trabajo, no solo es valorado, sino que se encuentra respaldado por la nación a la que pertenecemos, por nuestros propios conciudadanos y por un auténtico cambio cultural, que permita a cada colombiano, entender el valor, esfuerzo, trabajo, importancia y sacrificio que existen detrás de cada título que se publica en el país. Este cambio, no se va lograr, simplemente, aumentando el precio de los libros y las rentas de las librerías y editoriales, en detrimento a su auténtico valor.
Que no sea esta una muestra, como dijo Pedro Gómez Valderrama, en "La Otra Raya del Tigre", de que nos embarcamos en "la revolución del salto hacia atrás". Y que este gobierno recuerde las palabras de Víctor Hugo, cuando afirmó en "Nuestra Señora de París": "¿Se vio nunca una manera más extraña de proteger las letras que ahorcando a los literatos? ¡Qué Vergüenza, que mancha en la grandeza de Alejandro si hubiera mandado ahorcar a Aristóteles!"
Juan David Bastidas Pantoja
https://www.eltiempo.com/cultura/musica-y-libros/reforma-tributaria-tambien-afectaria-a-los-libros-y-las-librerias-698586
