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"Luego de dos siglos de paz, la sombra de una amenaza antigua vuelve a acechar a los Reinos Hermanos. En Ormuz, el Reino de los Hombres, un viejo mago recibe una inusual advertencia; en Alvaheim, el Bosque de los Elfos, extraños sucesos, demasiados para ser simples coincidencias, parecen corroborar los temores del anciano. En el norte desconocido, una fortaleza se levanta en secreto, y un antiguo símbolo de odio se enarbola desde lo alto de sus atalayas, levantadas con hierro, piedra y huesos. Hombres, Elfos, Enanos y Centauros deberán mantener vivas las Alianzas, que hermanan a sus naciones, para enfrentar la amenaza que se cierne desde el norte. La esperanza radica en la sabiduría recopilada en un antiguo libro desconocido y en los poderes de una extraña criatura de leyenda: el Jaguar Dorado. ¿Dónde se oculta esta criatura? ¿Cuál es su auténtica naturaleza? Un joven aprendiz de la Corte de Magos de Ormuz, puede ser la clave para desvelar este misterio místico, que marcará para siempre el futuro de cada pueblo y estirpe a lo largo y ancho de la Tierra de las Cordilleras..."

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Como adquirir "La Tierra de las Cordilleras"

viernes, 26 de febrero de 2016

"El hallazgo afortunado de un buen libro puede cambiar el destino de un alma."
Marcel Prévost.

El Jaguar Dorado cambiará el destino de muchas almas, a lo largo y ancho de la Tierra de las Cordilleras. Si se lo permites, será capáz de cambiar, también, el destino de tu propia alma...

Búsca al Jaguar Dorado... Confía y espera...

miércoles, 24 de febrero de 2016

"Para los místicos, los sueños son más poderosos que los pensamientos. Tu sueño revela tu destino."


                                                    Gárgolas.
Héroes Góticos.

¿Cuál es el destino que traerá consigo el Jaguar Dorado, una vez se revele como sueño y como pensamiento? Búscalo y lo sabrás...

martes, 23 de febrero de 2016

En vista de las últimas noticias, referentes a los poemas inéditos de J.R.R. Tolkien, descubiertos la semana anterior, me tomé la libertad de publicar un texto de mi autoría, con respecto a "El Señor de los Anillos", la obra cumbre de Tolkien. Para la elaboración de mi texto, me he basado tanto en la trilogía literaria en cuestión, como en muchos otros libros de diversos autores, que han plasmado sus propias ideas, estudios e investigaciones, con respecto a esta magnífica novela en particular, a las fuentes que la inspiraron y a los motivos por los cuales se ha mantenido vigente a pesar del paso del tiempo. Debido a que es un poco extenso, lo publicaré por partes. Podría decirse que es mi propia manera de rendir homenaje a la obra de este gran autor. Espero que sea de su agrado.

Juan David Bastidas Pantoja.

EL SEÑOR DE LOS ANILLOS
DUALIDADES
(Primera parte)
 

La dualidad del ser humano se encuentra presente en la mayoría de sus acciones y en casi todas las huellas que ha venido dejando a lo largo de su historia en el mundo. La literatura es una de las tantas huellas y marcas que desde tiempos antiguos los seres humanos han venido dejando en el mundo como un recuerdo vivo de aquello que fueron un día. Prueba de ello son escritores de la talla de Homero, Virgilio y Hesíodo, quienes dejaron un importante legado para las generaciones futuras por medio de la Iliada, la Odisea, la Eneida y las Teogonías.


La mitología se encuentra empapada de la dualidad que nos constituye a nosotros como humanos y que es, posiblemente, nuestra característica más importante. Y es precisamente cuándo el mito y la pluma se entrelazan y se vuelven uno solo, que pueden surgir mundos, seres, historias, lugares e, incluso, personas, diferentes a todo cuanto hemos conocido y a todo cuanto nos han enseñado, que pueden cambiar nuestra vida en casi todos los sentidos.


El Señor de los Anillos del escritor británico John Ronald Reuel Tolkien es, para mí, una de las mejores manifestaciones artísticas y literarias derivadas de la unión entre la pluma y los mitos. En este libro, publicado por primera vez en 1954, no solo se hace presente la mitología, sino también la dualidad propia de la humanidad, que nos hace receptáculos adecuados para que en nosotros convivan tanto el bien como el mal, la luz y la oscuridad.


La historia del libro se remonta a la adolescencia del autor, quien empezó a escribir pequeños relatos y leyendas de su mundo fantástico que, aunque nunca terminó de escribir, conformaron la base sobre la cual se desarrollaría toda la trama de sus próximos libros: “El Hobbit” y “El Señor de los Anillos”. En “El Hobbit”, se narra la historia de Bilbo Bolsón, un Hobbit de la comarca que es visitado por Gandalf, un Istari, quien prácticamente lo obliga a unirse a un grupo de enanos cuya misión es robar el tesoro del dragón Smaug, tesoro que es legítimamente de Thorin Escudo de Roble, el líder y heredero del reino de los enanos. Bilbo debe afrontar muchas aventuras a lo largo de su viaje, debe enfrentarse a trolls, trasgos, dragones, arañas gigantes, entre muchas cosas más, hasta que puede regresar a su hogar. En una de estas aventuras, el hobbit encuentra un extraño anillo en medio en una caverna que, al colocárselo, vuelve invisible a su portador. Este anillo, que en la trama de este primer libro no tiene mayor trascendencia, se convertirá en el protagonista de la trilogía de “El Señor de los Anillos”, que se convertiría, con el tiempo, en la obra cumbre de Tolkien y en el mejor libro del siglo XX según una encuesta de la BBC de Londres. Aparte de los libros ya mencionados, Christopher Tolkien, hijo del autor, recopiló los viejos escritos de su padre y publicó con ellos nuevos libros, entre los cuales se destacan “El Silmarillion” y “Relatos Inconclusos de Númenor y la Tierra Media”, obras que narran la creación de este mundo fantástico y los verdaderos orígenes de esta gran saga.



En un principio, Tolkien escribía su historia para leérsela a sus hijos; del mismo modo, llevaba sus escritos a la universidad de Oxford, donde dictó clases, para leérsela a sus alumnos. Si bien el desarrollo de la novela fue un proceso que tardó casi once años, debido a factores como las diversas obligaciones del autor, así como las complicaciones derivadas de la posguerra; una vez publicada, la obra se convertiría en un éxito de ventas. Los lectores encontraban en el libro algo más que solo las invenciones de un individuo cualquiera, encontraban una lectura emocionante y atrayente, que generaba mucho más que solo distracción. Lo que muy pocas personas supieron del libro, es toda la carga mitológica que la historia en cuestión posee.

Podemos empezar este recorrido citando a las leyendas bíblicas. Tolkien era un devoto católico, así que en su novela podemos encontrar grandes influencias del cristianismo y de la Biblia. En “El Silmarillion”, se narra como en un principio se encontraba únicamente Eru, el único, también llamado Ilúvatar, el Dios de la Tierra Media, de cuyos pensamientos surgieron los Ainur, una especie de ángeles, que servían a  su creador. El mito de la creación del Génesis, es muy similar al que se encuentra en el libro, pues según la Biblia, en un principio solo se encontraba Dios, quien empezó a crear el mundo con sus palabras. Otro punto en común con el mito de la creación, es la presencia de un ángel rebelde que desafía a su padre; en la tradición cristiana se llama “Luzbel”, el más hermoso de todos los ángeles, cuya arrogancia hace que Dios lo maldiga por siempre; en “El Silmarillión”, Melkor, el más grande de los Ainur, se revela contra su padre y lo reta para ver quién es más poderoso. Los Ainur cantaban para Ilúvatar, así que Melkor retó a su padre con una canción. Ilúvatar superó el canto de Melkor pues, con su canto, creó a la Tierra Media, donde pudo surgir la vida. Melkor, por muy fuerte y grande que era, no podía crear vida. Derrotado, se refugió en la Tierra Media, también llamada Arda, después de que sus hermanos, llamados ahora “Valar” la hubiesen preparado por órdenes de su padre para la llegada de los elfos y los hombres.

La creación es un punto clave en toda mitología, cada una posee su propia versión de cómo surgió el mundo en que habitamos, la mitología de la Tierra Media no podía ser la excepción. Dejando a un lado el Génesis, podemos reconocer en cada uno de los personajes de la historia grandes influencias míticas y legendarias. El Anillo Único, por ejemplo, tiene su propia serie de mitos que se remontan hasta los tiempos del mismo rey Salomón. Según algunas leyendas, cuándo se empezó a construir el templo de Jerusalén, un vampiro llamado Ornias se robaba los víveres, destruía los materiales y asesinaba a los trabajadores, Salomón pidió ayuda a Dios quien le envió, con el Arcángel Miguel, un anillo mágico que le permitía atrapar a demonios y genios malignos, de este modo, Salomón atrapó a Ornias y salvó a sus trabajadores, así como al templo que quería construir. Se dice que dos de esos genios atrapados por Salomón, fueron conocidos, posteriormente, como el genio del anillo y el genio de la lámpara, en el cuento de Las Mil y Una Noches: Aladino y la Lámpara Maravillosa. En los mitos nórdicos, se dice que Odín, el rey guerrero de los dioses escandinavos poseía un anillo llamado Draupnir, que cada nueve días generaba nueve anillos de oro; esto le proporcionaba al dios una fortuna infinita, además, por medio de estos anillos, Odín compraba la voluntad de sus aliados, del mismo modo en que Sauron, el señor del anillo de la historia de Tolkien, empleaba anillos mágicos para engañar a los dirigentes de los pueblos libres de la Tierra Media  y para tenerlos en su poder. En el Cantar de los Nibelungos, un anillo de oro rojo se convierte en la manzana de la discordia entre las reinas Brunilda y Krimilda, lo cual termina con la muerte de Sigfrido, conocido como el “Matador de Dragones”, la pérdida del tesoro de los nibelungos, que el héroe había ganado por la fuerza de sus armas y la muerte trágica de todos los caballeros nibelungos a mano de la que fue un día su amada reina. En las leyendas carolingias, durante la celebración de su boda, Carlomagno y su reina Frastrada, reciben como invitada a una serpiente enorme que llevaba en su boca un anillo; este anillo es colocado por el emperador en el dedo de su reina, de inmediato, el amor que siente por ella aumenta exageradamente. Cuándo Frastrada muere, Carlomagno no quiere separarse de su cadáver, por lo que su amigo, el obispo Turpin, toma en secreto el anillo del dedo de la reina muerta y libera a Carlomagno de la enfermiza atracción que sentía por ella; sin embargo, a pesar de que el emperador deja de sentir aquella obsesión por su esposa muerta, siente una gran necesidad de estar con su amigo, el obispo Turpin, quien temeroso de que el poderoso anillo cayera en malas manos, decide arrojarlo a las aguas de un lago, hacia el cual, el emperador del Sacro Imperio Romano siente una fuerte atracción; no quiere separarse de sus orillas, y ordena construir junto a él un castillo que se convertiría en la capital de su imperio.

Así como el anillo posee toda una serie de leyendas que fueron gestándolo poco a poco en la mente de Tolkien, muchos de sus personajes tienen relación directa con héroes, reyes, magos y sabios de la antigüedad. Aunque la principal trama de “El Señor de los Anillos” es el largo viaje del hobbit Frodo y su compañero Sam hacia el volcán Orodruin, para destruir el anillo de Sauron y darle fin a la amenaza que implica su creciente imperio, para la libertad de la Tierra Media, existen muchas pequeñas tramas que viven los diferentes personajes en la historia, que aumentan el peligro para cada uno de los reinos y seres que pueblan el universo imaginario de Tolkien. Un buen ejemplo puede ser la crisis que el reino humano de Gondor afronta durante la época en que se desarrolla la historia del libro. Gondor era una nación débil puesto que había perdido muchas batallas contra Sauron, además carecía de un rey que dirigiera al desesperado pueblo, las esperanzas prácticamente se habían perdido. Sin embargo, aunque nadie lo sabía, al norte de la Tierra Media, escondido con los elfos, había crecido Aragorn, descendiente directo de los legítimos reyes de Gondor y heredero al trono de esta nación. Al final de la historia, Aragorn decide salir del anonimato y reclamar su herencia, para guiar con sabiduría a su pueblo y  enfrentar a Sauron. Aragorn nos recuerda a muchas figuras legendarias e históricas con las que comparte ciertas características comunes.

Al igual que el bíblico Moisés, Aragorn debe criarse en una familia adoptiva para evitar ser asesinado por sus enemigos para, posteriormente, reclamar su herencia verdadera. El famoso Rey Arturo, conocido como “La Esperanza Bretona”, reclama su reino al sacar a Excalibur de una roca, Aragorn obtiene la espada de sus ancestros como un símbolo de su linaje; ambos, Arturo y Aragorn, logran unificar sus caóticos reinos y expulsar a los invasores de sus tierras: Aragorn a los orcos de Sauron y a los hombres de las tierras desconocidas del sur y del este de la Tierra Media, y Arturo a los sajones, anglos y demás pueblos escandinavos que invadieron Gran Bretaña tras la caída de Roma, bajo el consentimiento del tirano Vortigern, usurpador del trono de estas tierras. Carlomagno, también posee ciertas cualidades comunes con el rey de Gondor, una de ellas es el poder de curar; se dice que Carlomagno era capaz de curar a las víctimas de la plaga o muerte negra con una hierba conocida como “cerraja”; Aragorn curaba con una planta llamada “Hoja de Rey”, de ahí que se decía, en Gondor, que “Las manos del rey, son manos que curan”. Tanto Aragorn como Carlomagno, se casaron con dos mujeres consideradas las más hermosas del mundo, Arwen, la princesa elfa de Rivendel, y Frastrada, a quien ya se mencionó anteriormente. Existen leyendas que otorgan a Frastrada un linaje “elfico”, pues la consideran una oriental y exótica princesa elfa, igual que Arwen.


Aragorn, Arturo y Carlomagno, tienen, cada uno, un mentor y guía que los acompañó en todas y cada una de sus gestas y batallas. Esto nos lleva a otro personaje, uno de los más reconocidos y famosos de la novela de Tolkien: El mago Gandalf, un sabio anciano de largos cabellos blancos y espesa barba, armado con un cayado, un enorme y desconocido poder y, por sobre todo, una gran sabiduría...
 

(Esperen, la próxima semana, la continuación del artículo)

viernes, 19 de febrero de 2016

"El derecho de soñar no figura en los treinta derechos humanos que las Naciones Unidas proclamaron en 1948. Pero si no fuera por él, y por las aguas que da de beber, los demás derechos se morirían de sed."

Eduardo Galeano.

La Tierra de las Cordilleras es una Tierra de Sueños... ella misma es un sueño... el Jaguar Dorado, como cada árbol, roca y río de aquella tierra mágica, está hecho de la misma materia, con la que tejen sus deseos, quienes sueñan despiertos. Rayos de Sol y de Luna entretejieron su pelaje y lo hicieron brillar a través de las eras...

El Jaguar es un sueño... el sueño de un sueño... Búsca al Jaguar Dorado. Encuéntralo y comprenderás.

jueves, 18 de febrero de 2016

"Las palabras son el origen de todo poder. Y los nombres son más que una serie de letras."

El Trono de Fuego.

El Jaguar Dorado ha tenido muchos nombres en su paso por la Tierra de las Cordilleras... si decides seguirlo, podrás conocer el más reciente de sus nombres, así como el poder que en él se encierra...

Busca al Jaguar Dorado... Confía y espera...

 
"Si es tan importante para ti, no debes perder la esperanza."

Alf.

lunes, 15 de febrero de 2016

La Estrella de Oriente


La Estrella de Oriente

En primer lugar quisiera que, antes de leer el resto del texto, cada quien se contestara, mentalmente, ¿qué creen que significa este símbolo o con qué se lo asocia generalmente?
La historia es mucho más profunda y antigua de lo que creen, y aunque no lo crean, se encuentra estrechamente ligada al concepto de Feminidad. Este símbolo ya era conocido cuatro mil años antes de Cristo. Los antiguos sumerios, fenicios, acadios, babilonios e incluso los egipcios, veían el mundo como un juego cósmico de dualidades, el día y la noche, la vida y la muerte, la luz y la oscuridad y, por supuesto, el hombre y la mujer. Sin embargo, el hecho de que fueran opuestos, no implicaba que fuesen adversarios. Para los antiguos, el planeta que nosotros llamamos Venus, para ellos la Estrella de Oriente, se asoció con los atributos de la mitad femenina del universo, tal vez porque era esta estrella la que anunciaba al sol antes de llegar el alba, y también porque era la primera en anunciar la llegada de la noche. Los antiguos astrónomos de las culturas ya mencionadas, descubrieron que cada ocho años, el planeta Venus trazaba en el cielo una estrella de cinco puntas, por lo que este símbolo pasó a representar a la mitad femenina de la naturaleza y, más específicamente, a la Diosa Madre, dadora de vida, sustento, amor y trascendencia. La influencia de la estrella fue tal, que los griegos tomaron como medida su ciclo, dividiéndolo a la mitad, para llevar a cabo los juegos Olímpicos.

La historia de la Diosa Madre se remonta a épocas más antiguas, cuando el hombre primitivo vivía de la caza y la recolección, en comunión con la naturaleza. De la Tierra brotaban árboles, animales y seres humanos, era la Tierra la dadora de vida y sustento, por ende se convirtió en la Madre Tierra. Las mujeres, precisamente por su capacidad de llevar la vida en su interior y de alimentarla en sus primeros años, eran identificadas, temidas y veneradas por los primitivos hombres como encarnaciones vivientes de la Diosa Madre. Sin embargo, con el advenimiento de la agricultura y el establecimiento de las primeras ciudades, surgió también la guerra, acontecimiento que sólo libraban los hombres, al principio, porque las mujeres como vehículos de la vida, debían protegerse; pero, a medida que la agricultura fue prosperando y las civilizaciones “progresando”, el hombre empezó a creer que podía dominar a la naturaleza, que ésta respondía a sus demandas y lógicas, y que la mujer no luchaba en la guerra porque no era capaz de afrontar dicha tarea. El patriarcado trajo consigo Dioses Guerreros, lanzadores de rayos y castigos, y la imagen de la Diosa Madre empezó a opacarse. Sin embargo, por mucho que fuese el poder del hombre en la guerra y a la hora de transformar el entorno natural en un entrono urbano, existía y existe aún, un poder al que jamás logrará acceder por mucho que se esfuerce, y es el poder de albergar la vida en sus entrañas.

En ese intento por arrebatar el último poder sobre la tierra que le faltaba obtener al hombre, éste empezó a racionalizarlo todo, a medir y a cuantificar “objetivamente” todo cuanto experimentaba. Protágoras aseguró que “el hombre es la medida de todas las cosas”, por ende, el varón es el modelo a seguir y la mujer solo una copia mal hecha del hombre; Aristóteles aseguraba, en su tratado sobre la reproducción, que la mujer era una especie de hombre deforme, tanto así que la descarga menstrual era semen en estado impuro; Eva y la serpiente entre los hebreos, y Pandora entre lo griegos, fueron las culpables de que la raza humana perdiera la gracia de Dios y estuviera asediada por enfermedades y males; por siglos, la inquisición persiguió y torturó a la mujer, acusada de ser “la puerta del diablo”, la tentación por excelencia de la “virtuosidad y templanza del hombre bueno”, la bruja culpable de todo cuanto no podía comprenderse racionalmente; los cultos de fertilidad se convirtieron en aquelarres y la mujer, de ser el vehículo de la vida, se convirtió en vehículo de pecado y perdición. Freud concibió a la mujer como un gran misterio en su psicoanálisis, pero se destaca su teoría acerca de la envidia fálica, y como la mujer desea, inconscientemente, tener un falo igual que el del hombre, aunque debe resignarse a una condición de “castración”. Surge, así, la idea de una mujer incompleta, “carente de algo”, pero estoy seguro de que los antiguos descubridores de la Estrella de Oriente tendrían una opinión muy diferente.

Entre los rituales de fertilidad de muchas culturas, existe uno de origen griego conocido como “Hieros Gamos”, que significa “Unión Sagrada”, en el cual se celebraba la unión sexual entre el hombre y la mujer. En este tipo de culturas, se creía que el hombre era Incompleto Espiritualmente, hasta que tenía conocimiento de la divinidad a través de la comunión con la mujer. El sexo engendraba vida, el milagro más grande de la creación, pero solo los Dioses hacían milagros; por ende la mujer era considerada sagrada, puesto que servía de vehículo para que la vida siguiera abriéndose camino en el mundo. Debido a lo anterior, la comunión con la mujer, a través de la unión sexual, le permitía al hombre sentirse parte de la divinidad, entrar en contacto con los Dioses y ver los designios de Dios en el momento del clímax sexual el cual, fisiológicamente hablando, se acompaña de una fracción de segundo en el que la mente del hombre se queda en blanco, momento que era entendido, antiguamente, como un espacio cósmico de reflexión y clarividencia, de ahí el poder de la mujer en los papeles de pitonisa y tejedora de los destinos de los hombres. La mujer, dirían los antiguos, era la puerta que conducía al cielo, a la sabiduría y a la comprensión del mundo y de sí mismos; tal como lo evidencia un antiguo mito plasmado en sellos sumerios del año 3500 antes de Cristo, donde la Diosa Madre, mucho antes de que Prometeo se robara el fuego, y de que Dios creara el Jardín del Edén, acude al Árbol del Universo, del cual es guardiana una serpiente cósmica, para tomar el Fruto de la Sabiduría y dárselo como regalo al primer ser humano.

El advenimiento del monoteísmo, basado en el patriarcado, chocaba fuertemente con la idea de la Diosa y la divinidad inherente a la mujer, por ello, en su afán por alcanzar la hegemonía total, el monoteísmo absorbió, tergiversó y explicó desde su punto de vista el poder de la Diosa, convirtiéndola en sinónimo del mal para alzarse, de esta manera, como el único vehículo que podía acercar al hombre con Dios; un ejemplo de ello es la Diosa del amor Astarté, de la cultura fenicia, quien para los hebreos (rivales de los fenicios) y posteriormente para los cristianos, pasó a llamarse Astaroth, “gran duque del infierno” que seduce por medio de la pereza, la vanidad y filosofías racionalistas de ver el mundo, llevando a los pensadores y artistas a pensar de forma liberal. Curiosamente, el símbolo de Astaroth es el mismo de Astarté y de otras muchas Diosas: la estrella de cinco puntas. Con la llegada de la Ilustración, el Renacimiento y la inquisición, el hombre volvió a recurrir a la razón para justificar su supremacía. Desde la edad media hasta el renacimiento, el hombre estaba seguro de que todas sus certezas, incluidas las religiosas, estaban fundamentadas en la razón, y que todo tenía una explicación; no es extraño, por ende, que haya sido este periodo histórico el mismo en el que tuvo su auge la quema de brujas.

Sin embargo, pese al transcurrir del tiempo, a los desarrollos tecnológicos e incluso al olvido en el que se ha relegado a los mitos y antiguas tradiciones, la mujer continúa presente, encarnando para el hombre un mundo diferente, extraño y desconocido; recordándole que la naturaleza, la vida y el mundo en general, no se encuentran bajo su poder. Tal vez por eso los hombres aseguran que no hay poder humano que les permita entender a la mujeres. Al verse incapaz de arrebatarle a la mujer su poder como vehículo de la vida para poder diseccionarlo y explicarlo en una secuencia lógica de eventos, el hombre optó por  menospreciar y vilipendiar a la mujer a través de mil maneras, en un principio, cambiando a las Diosas por demonios; convirtiendo a la sexualidad, de un puente para alcanzar el cielo, en un abismo de perdición y a la mujer en un ser lascivo, corrompido y destinado a ser sometido; la estrella pasó a pintarse con sangre por manos ignorantes que creían cumplir con los designios de los infiernos. Con el paso del tiempo, la humanidad aprendió que la naturaleza es corrupta,  igual que la sexualidad, y la mujer (como la serpiente) pasó a ser corruptora de almas. Por todo esto olvidamos el amor, aquella fuerza que, según algunos teóricos, nos llevó de ser simples homínidos a convertirnos en los seres humanos que somos, y aunque las Diosas y los demonios parecieran estar en otro plano, la feminidad sigue siendo tergiversada a través de la discriminación y los prejuicios sociales, morales y religiosos.

Tal vez, esa es la manera en que el hombre esconde su propio temor ante un poder más grande que todo cuanto conoce, un poder al que le debe, incluso, su propia existencia. Tras años de hacer creer a la mujer menos que el hombre, mantenerla siempre como una subordinada de su voluntad, limitando su poder creativo y relegándola únicamente al papel de tener hijos; el hombre logró confundir a la mujer, haciéndola incapaz de reconocer en sí misma a la Diosa que habita en ella, a la Vida que se renueva cada día en su interior. Por eso en el día de hoy, he querido hacer un tributo al recuerdo de esa Diosa del Amor, de aquella engendradora de vida y creadora de realidades, que espera dormida en el alma de cada mujer, con la esperanza de que algún día regrese de su histórico exilio, para ocupar, nuevamente, el lugar que le corresponde en el corazón de la humanidad.

Juan David Bastidas Pantoja.