Hace unos días, recibí el siguiente mensaje junto con la foto de un pequeño lector, seguidor del Jaguar Dorado:
"Ángel Gabriel recibió con mucha felicidad el libro. Ahora dice que quere ser escritor..."
Siempre he pensado que despertar en otro ser humano el deseo de leer, el interés por descubrir los tesoros que se encierran en las páginas impresas y por vislumbrar mundos más allá de aquel que todos compartimos, es una de las grandes motivaciones que impulsan a los escritores y narradores a continuar creando historias, cuentos y novelas, aún cuando ésta labor implique luchar contra viento y marea, enfrentando obstáculos externos e incluso a los propios demonios internos con los que todos cargamos.
Así mismo, lograr que una persona pueda contemplar su propia vida desde una perspectiva diferente y con deseos de plasmar, con sus propias palabras, sus propias historias, resulta ser una experiencia cumbre y muy significativa. Como menciono en mi artículo "Libro v.s. Tablet", publicado en la edición número 26 del Periódico Voces de Nariño: una persona, para quien leer no es un simple pasatiempo, adquiere un libro porque encuentra algo en el pensamiento plasmado por el escritor, que de alguna manera resuena y encuentra eco en la forma de ser, en la perspectiva de vida, en los sueños inconclusos, en los anhelos sin cumplir y en la voluntad del lector.
Por ende, quiero agradecerle a Ángel Gabriel por haber abierto su corazón al Gran Sueño de mi vida, que decidí llamar: "La Tierra de las Cordilleras". Soy yo quien se encuentra profundamente agradecido con él por demostrarme con esa foto y con su deseo de escribir, la importancia que tiene mi propia labor como autor; labor para nada sencilla pero que, como lo afirma "El Principito": "Es una ocupación muy bonita y por ser bonita es útil."
Juan David Bastidas Pantoja.