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"Luego de dos siglos de paz, la sombra de una amenaza antigua vuelve a acechar a los Reinos Hermanos. En Ormuz, el Reino de los Hombres, un viejo mago recibe una inusual advertencia; en Alvaheim, el Bosque de los Elfos, extraños sucesos, demasiados para ser simples coincidencias, parecen corroborar los temores del anciano. En el norte desconocido, una fortaleza se levanta en secreto, y un antiguo símbolo de odio se enarbola desde lo alto de sus atalayas, levantadas con hierro, piedra y huesos. Hombres, Elfos, Enanos y Centauros deberán mantener vivas las Alianzas, que hermanan a sus naciones, para enfrentar la amenaza que se cierne desde el norte. La esperanza radica en la sabiduría recopilada en un antiguo libro desconocido y en los poderes de una extraña criatura de leyenda: el Jaguar Dorado. ¿Dónde se oculta esta criatura? ¿Cuál es su auténtica naturaleza? Un joven aprendiz de la Corte de Magos de Ormuz, puede ser la clave para desvelar este misterio místico, que marcará para siempre el futuro de cada pueblo y estirpe a lo largo y ancho de la Tierra de las Cordilleras..."

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sábado, 3 de julio de 2021

DOS MESES ENTRE SOMBRAS

“Yo pongo a mi vida los colores según mis necesidades, y empleo a veces mucho negro para comprender mejor a los seres y las cosas. Es en la sombra a menudo que brilla mejor la verdad.”

“En el Corazón de la América Virgen” – Julio Quiñones.

Han pasado dos meses en que la frustración y la furia del pueblo colombiano se desbordaron de las manos incapaces del petimetre presidente; tiempo en el que el cerco en torno a los derechos y libertades de los ciudadanos, se reduce día tras día; tiempo en el que el país y el mundo lograron constatar el bloqueo mediático en el que vivimos los colombianos, y que actúa como una venda sobre los sentidos para mantener la ignorancia cimentada en la barbarie, el miedo y la ilegalidad. Sesenta días en que las balas de los agentes estatales se llevaron por delante la vida de ciudadanos comunes y corrientes, de estudiantes y trabajadores, de artistas y cantantes. Dos meses en los que el gobierno corrobora su visión depredadora, al hundir el acuerdo de Escazú, y también su megalomanía al preferir invertir el tiempo del Senado en divinizar al carriel antioqueño, mientras le niegan a la juventud la matricula cero.

Dos meses, en los que Colombia perdió a grandes ciudadanos, como Don Raúl Carvajal, un anciano valiente, capaz de desenmascarar en las sesiones de la JEP, al general Mario Montoya, quien no contento con los crímenes que lleva a cuestas, se atreve a deslegitimar a sus tropas, al afirmar que, cuando llegan a los cuarteles, sus superiores deben enseñarles a utilizar el baño y a usar los cubiertos a la hora de comer. Así mismo, Don Raúl Carvajal fue capaz de decirle al ex presidiario Uribe la verdad en la cara, lanzando sobre su indiferencia y prepotencia toda la furia e indignación que guardaba en su alma, a raíz del asesinato de su hijo, un militar valiente que no le vendió el alma al diablo, al negarse a matar inocentes por una condecoración, razón por la cual, sus propios compañeros terminaron por asesinarlo.

(https://www.youtube.com/watch?v=J9abpVCWJ5A)

Han pasado sesenta noches en las que el arte se convirtió en el objetivo de las balas criminales, como fue el caso de Harold Angulo Vencé, mejor conocido como “Junior Jein, el Señor del Pacífico”, un artista y cantante que decidió resistir a la barbarie, tal y como muchos artistas tratan de hacer en medio del caos del desgobierno: a través del sencillo acto de continuar luchando por sus sueños, sin más armas que su propio talento y con la esperanza de que sus creaciones logren convertirse en semillas de cambio y conciencia, en las mentes de quienes las escuchan. El cantante murió en extrañas circunstancias, una noche, mientras salía de una discoteca donde promocionaba su trabajo musical. Ésa es la realidad de los artistas que no salen a dar conciertos “humanitarios” en las fronteras: el tener que entregarse en cuerpo y alma a la materialización de su sueño, hasta que el sueño viva de ellos, aún si ellos no pueden vivir del sueño; pues, para ese talento, esa fuerza y esas ganas de dejar una huella en el mundo, las instituciones no tienen recursos. Los recursos están destinados a acciones más “concretas, útiles y tangibles”, como lo es pintar de azul los uniformes verdes cubiertos de sangre…

(https://colombia.as.com/colombia/2021/06/16/tikitakas/1623859322_648224.html)

Sesenta atardeceres en las que la institucionalidad “respetable” demuestra la debilidad de su proceder, al permitir, no solo que las fuerzas armadas estatales y para estatales puedan cooperar y “Convivir” (https://www.youtube.com/watch?v=OweX_aXqFzM); sino, además, demuestra cómo la única política de su débil proceder, no es otra distinta a señalar como enemigo a quien no piensa como él, a tildar de vándalo al que protesta, infiltrando las marchas, para tomar fotos y así identificar a quienes poder apuntar, impunemente , con las armas del Estado.

(https://www.youtube.com/watch?v=oZdgahUOWiM)

Sesenta días en que los medios de comunicación se han esforzado al máximo por convencer a la opinión pública de que más vale un vidrio roto, un C.A.I. quemado o un semáforo desvencijado, que una joven ultrajada, que las cabezas empacadas en bolsas de basura, que los cuerpos desmembrados encontrados en el río Cauca y en Mulaló o los muchachos asesinados por las armas del estado. Supongo que, como el Rey Eduardo I en la película “Corazón Valiente” (1995), los “reyezuelos” colombianos también piensan que los muertos son gratis, mientras todo lo demás realmente cuesta dinero.

Tristemente, luego de dos meses, aquel discurso ha logrado sus frutos, pues el desgaste de la población por la situación social es tal, que muchos han empezado a rechazar las manifestaciones por la destrucción de andenes y parques. En la ciudad de Pasto, por ejemplo, ante el ataque del ESMAD muchos jóvenes optaron por armarse con los adoquines de las calles pavimentadas hace muy poco tiempo; entre la gente del común, no es raro escuchar su descontento por estas acciones. Curiosamente, cuando años atrás el alcalde de turno decidió convertir a Pasto en una copia mal elaborada de Bogotá, se tomó la decisión de destruir la carrera 27 para abrir vías, con el pretexto de mejorar la movilidad de la ciudad y, en especial, de la flota de buses de la que es propietario el alcalde de aquella época. ¿Qué sucedió entonces? Que muchas casas antiguas fueron destruidas, pero nadie se indignó por eso. Hoy en día, sobre la mejorada y amplia calle, pueden verse las ruinas de las viejas casonas y pensiones, en medio de potreros devorados por la mala hierba.



El término “vandalismo” sólo se usa cuando los jóvenes levantan adoquines para defenderse de la policía que arremete contra ellos con una intensidad que, tal vez, ni siquiera las mismas guerrillas han sentido en carne propia; sin embargo, cuando lo que destruyen son las casonas antiguas, con maquinaria pesada, para tender asfalto y dejar los restos de las viviendas a la intemperie, entonces no se utiliza el término: “vandalismo”, sino el manoseado y mal entendido: “progreso”, ese que nos ha llevado a tener que pagar una tarifa de transporte público bastante alta, si se tiene en cuenta el tamaño de la ciudad, las distancias, el tener que caminar parte del recorrido para alcanzar el transporte público, debido a que la ruta no pasa por un sector en particular, además del horario de trabajo los buses.

Así, desde varios frentes a la vez, el temor del gobierno ante el despertar del pueblo, desveló la doble moral que intenta mantenerse a flote de diversas formas… el día de ayer, en un programa radial, un ciudadano trataba de justificar la inoperancia de la policía ante la inseguridad en Pasto, afirmando que, si los uniformados no combaten a la delincuencia, se debe a que temen arriesgarse a una demanda por parte de la población civil, ya que en el Paro Nacional, han sido muchas las demandas que la ciudadanía interpuso en contra de agentes policiales que, supuestamente, solo realizaban su trabajo. Si en realidad la policía sintiera temor por las demandas de la población civil, ¿por qué actúan contra los manifestantes en las protestas de la manera desproporcionada en que lo hacen? Si de verdad temieran a las consecuencias, refrenarían sus impulsos con los manifestantes tanto como, de acuerdo con el ciudadano que los defiende, lo hacen con los delincuentes. 

El Paro Nacional permitió que la ciudadanía en general (a excepción de aquellos que marchan armados y vestidos de blanco) logre comprender la clara desproporción de argumentos como el anterior, ya que al parecer, más le vale a una persona en manos de la policía, ser un ladrón, un delincuente o un raponero, que ser un manifestante, una joven defensora de los derechos humanos, un músico, un ciudadano del común al que le falte una luz roja en el automóvil o una persona que, por casualidad, haya olvidado sacar la cédula al salir a la calle; al parecer, para estos casos, la autoridad sí es capaz de sobreponerse a su temor de recibir una demanda. Como afirma Carmine Falcone en la serie “Gotham” (2014): “No hay crimen organizado sin fuerzas del orden público.”  

(https://fb.watch/6vjUcrXb4u/)

(https://www.youtube.com/watch?v=TDHHaXEcSFg)

El Paro Nacional logró desnudar la podredumbre de un país que se ufana de autónomo y libre, cuando en realidad jamás alcanzó su completa independencia, de ahí que todavía continúen grandes resabios entre amplios sectores de la población, como es el caso de los grupos y organizaciones de ciudadanos que se ufanan de formar parte de la aristocracia criolla, educados en las creencias verdaderas, con abolengo y linaje “de bien”, que ostentan símbolos cruzados para defender la barbarie de la conquista y el genocidio masificado de los tiempos del Imperio Español; ególatras e idólatras que se piensan como herederos vivientes de los cruzados tradicionales y que serían felices instaurando un Eje o Centro Cultural Cruzado, para mantener el pensamiento de las personas anquilosado en la vieja época de virreyes y castas sociales, esclavitud y superioridad racial. (https://twitter.com/i/status/1402680089175904260). El fascismo y el clasismo no se erradicaron, tan solo se “modernizaron” de acuerdo a la época y a la ocasión. 

(https://www.youtube.com/watch?v=9by2ooHGiOk)

Luego de más de sesenta noches de zozobra y disparos, Duque afirma que instaurará una ley para reprimir la protesta y condenarla como un acto terrorista sin posibilidad de excarcelación, como solución a la crisis social que vive el país (https://www.asuntoslegales.com.co/actualidad/presidente-ivan-duque-propuso-al-congreso-tramitar-ley-antidisturbios-y-antivandalismo-3194151). Al parecer, el presidente es incapaz (¡para variar!) de dimensionar las consecuencias que una ley tan absurda como ésta podrían traer al país; ya que, si en la actualidad la cantidad desbordada de asesinatos (https://twitter.com/i/status/1407105956660584457), desapariciones, mutilaciones (no solo oculares, cabe resaltar), cuerpos descuartizados, violencia sexual (https://www.colombiainforma.info/policia-del-esmad-violo-a-menor-de-edad-en-medellin/) entre otros aberrantes excesos cometidos por la fuerza pública, alcanzan niveles alarmantes en tan solo sesenta días, ¿qué ocurriría si, en lugar de castigar a los culpables, el pelafustán uribista que gobierna decide premiarlos al garantizarles más libertad para desatar su furia sobre los manifestantes? Como afirma el Rey Arturo en “Lancelot. El Primer Caballero” (1995): “Hay leyes que esclavizan y también hay leyes que liberan.” Por desgracia, desde que el ex presidiario Uribe llegó al poder y legó los despojos del país a su títere incapaz, en Colombia cada día tenemos más leyes que nos esclavizan; esta absurda iniciativa que Duque planea presentar este 20 de Julio, es prueba de ello.

https://diariocriterio.com/2021/06/30/paro-nacional-dos-meses-de-violencia-e-incertidumbre/?fbclid=IwAR2Cs86w-i3jcs7dW909MLJAu2j_fJGlnm-Zt2J9swETo_yPDDFnI-CldM0

¿Por qué en lugar de condenar la protesta con su dichosa ley antivandalismo, a Duque no se le ocurre crear una ley anticorrupción? ¿Por qué no se le ocurre, mejor, tramitar una ley que reduzca sustancialmente el salario de congresistas y senadores, así como de ministros y presidentes? ¿Por qué no piensa, en un “acto de caballerosidad”, como le dijo Velez a Biden, congelar por decreto la pensión vitalicia de todos los expresidentes, incluida la que él mismo recibirá, para poder cubrir con todo ese dinero la matrícula cero que acaban de hundir en el congreso? ¿Cómo es posible que un supuesto presidente no pueda ver algo tan obvio? ¿Una situación que cualquier ciudadano del común puede deducir por su cuenta?


En estas ocho semanas Colombia y el mundo entero, excepto, claro está, los bárbaros y para-gomelos “de bien”, así como los enceguecidos e iracundos integrantes de esa nefasta secta llamada “uribismo”, comprendieron que el país necesita, como nunca, un cambio verdadero, uno profundo y de fondo, uno que requiere que todos los ciudadanos comprendamos, de una vez y para siempre, que todos somos seres políticos, pues todos somos ciudadanos y, por el simple hecho de serlo, tenemos la responsabilidad de velar por el bienestar de nuestra nación a través del voto responsable y consciente, pues no basta con votar en blanco o con no votar; tampoco basta con un presidente diferente, si a la larga los congresistas, senadores, alcaldes, concejales y gobernadores siguen siendo los mismos de siempre, que durante décadas se han encargado de mantener hundida en la pobreza y el abandono a la Colombia profunda. 

El cambio que Colombia necesita es un cambio de espíritu y de corazón, de cultura y de educación, de alma y de conciencia, que abarque todos y cada uno de los rincones de su infraestructura y sociedad; de tal manera que, cuando se realice una reforma a las fuerzas armadas, no sea por algo tan banal como un cambio cosmético de color, sino para poder asegurar que sean soldados como el hijo de Don Raúl Carvajal, y no bárbaros como Zapateiro o Vargas, quienes alcancen el rango de General en las plenarias del Senado.



Las sombras que nos envuelven como nación, nos permitieron ver la verdad del país como nunca antes. Ojalá todo lo que ha tenido lugar en estos dos meses sea suficiente para conmovernos y motivarnos a tomar nuevas decisiones, que nos permitan ser sujetos políticos responsables. Ojalá, el nefasto proceder estatal y uribista, que ha relucido en medio de las sombras con las que tratan de amordazarnos, sean suficientes para que podamos comprender el poder que tiene el voto ciudadano, la única herramienta efectiva con la que contamos para transformar a nuestra nación. Ojalá la zozobra y las tinieblas de estos meses realmente nos hayan marcado el corazón y el alma para comprender la necesidad de un cambio verdadero . Si las sombras lograron transmutar la indiferencia en conciencia, los sacrificios de estos meses no habrán sido en vano, ya que, como dijo J. R. R. Tolkien: “Sobre todas las sombras cabalga el Sol”.

Juan David Bastidas Pantoja







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