“En el reino de Hoh-Quiú he visto escasez y desperdicio; hambre y opulencia; soberbia y esclavitud. Los husihuilkes decimos que esto no merece llamarse paz, y tampoco merece llamarse guerra. Porque guerra es cosa de guerreros contra guerreros. Lo que aquí he visto, nosotros lo llamamos deshonor…”
“Los Días de la Sombra” – Liliana Bodoc
Hace tiempo, en la universidad, pude ver una película que me impactó profundamente, se titula “Voces Inocentes” de Luis Mandoki (2004), una obra que muestra la barbarie que el pueblo de El Salvador tuvo que padecer en manos de las fuerzas militares de su nación, que parecían enfocadas en dirigir sus armas hacia el pueblo, como si éste fuera su peor enemigo. La cinta se narra desde la perspectiva de un niño que crece en aquellas terribles circunstancias, pasando noches enteras en el suelo de su casa, con los colchones sobre él y sus hermanos, mientras las balas silbaban de un lado a otro, indiferentes al terror de los pequeños que, además, vivían con miedo a cumplir doce años pues, a esa edad, el ejército hacía levas en los colegios, para llevarse a los niños y convertirlos en soldados que “sirvieran a la patria”. La película es triste y desgarradora, no solo porque da a conocer el sufrimiento de cientos de personas en El Salvador; sino porque, aún en la actualidad, aquella cinta es una clara radiografía del dolor que padece Colombia.
Hoy, el Paro Nacional se ha convertido en una radiografía de la desigualdad, los crímenes de estado y la impunidad que campean como amos y señores del país. Los desmanes que se han presentado se convirtieron en la excusa perfecta que las clases gobernantes y la “gente de bien” necesitaban, para extender sus habituales cortinas de humo y justificar sus actuaciones, esgrimiendo las excusas de siempre (como el “castrochavismo”) en un claro intento por culpar al paro, a los bloqueos y a las manifestaciones de todo el abandono, la negligencia y la falta de equidad por las que Colombia ha padecido desde el momento mismo de su independencia. Y, precisamente a raíz de los desmanes, producto directo del descontento social, ahora pretenden izar una nueva bandera: la del heroísmo de las fuerzas armadas colombianas, tanto las legales como las ilegales que, según ellos, luchan en franca desventaja contra la turba de “resentidos y vándalos” que, a punta de piedras y escudos improvisados, pretenden derrocar a la supuesta democracia colombiana.
https://www.facebook.com/photo?fbid=334671808018981&set=p.334671808018981La violencia que ha envuelto al país en el último mes demuestra no solo la negligencia, sino también la intransigencia de gran parte de los dirigentes actuales; no por nada se dice que la violencia es el alma de los gobiernos débiles y, precisamente por eso, el hecho de que las personas del común no tengan otra forma de ser escuchas por sus gobernantes sino es a través de marchas, bloqueos, paros y piedras, describe con claridad el tipo de sociedad que compartimos; en especial si somos conscientes de que, ante la única opción de los ciudadanos del común para tratar de ser escuchados, la contundente respuesta que el gobierno ofrece no es otra sino la violencia desatada, criminal y desproporcionada de las fuerzas armadas.
(https://www.facebook.com/fabiandiazcomunidad/videos/2869426826609321)
En la cotidianidad, la policía afirma que es imposible poner un agente en cada esquina para salvaguardar la seguridad de una ciudad; sin embargo, parecen estar en cada calle, cuadra y esquina, cada vez que se organiza una marcha en el marco del Paro Nacional. Así mismo, son muchos los casos de establecimientos que han sido asaltados en más de una ocasión por los mismos delincuentes, sin que la policía se manifieste, por mucho que los afectados traten de contactarlos clamando ayuda (https://www.facebook.com/NotiCentro1/videos/1114074549006665); por otro lado, paradójicamente, para acallar las marchas la policía responde con agilidad inusitada. Personas de clase trabajadora, cansados de los asaltantes que una y otra vez atacan sus comercios, y también de la indiferencia de la policía, muchas veces terminan por herir o incluso matar a los criminales y, por ello, terminan siendo judicializados y obligados a resarcir a sus atacantes (https://www.youtube.com/watch?v=Z0iSO_9f6SE); aun así, en medio del Paro Nacional, fueron vistos e identificados muchos “ciudadanos de bien” que salieron armados a disparar a los manifestantes en plena vía pública y, en lugar de ser judicializados, bastó con que se justificaran como pobres víctimas de las circunstancias, para salir bien librados a pesar de las pruebas y las confesiones realizadas.
(https://www.facebook.com/ElColombiano/videos/1331261220379419).
El surgimiento de la así llamada “Primera Línea” de manifestantes con escudos improvisados, ¿no es acaso un síntoma de esa desmedida desproporción que existe en Colombia, que obligó a la ciudadanía a organizarse y pertrecharse como mejor ha podido, para tener una relativa sensación de seguridad durante una manifestación, frente a aquellas fuerzas e instituciones que, se supone, deben velar por su seguridad?
(https://www.youtube.com/watch?v=Yirfasy73us)
Pero la desproporción va más allá, pues llega hasta la misma psiquis de las personas que conforman ambos bandos, pues no puede ser equivalente el deseo de un ciudadano de exigir garantías para poder trabajar, estudiar y vivir en su país de origen; al aparente adoctrinamiento al que son sometidos los integrantes de las fuerzas armadas, al ser preparados para convertirse en una “fuerza letal”, a partir de las teorías de reconocidos neonazis, que terminan por convencerlos de que todos aquellos que salen a marchar son “enemigos del estado” y, por ende, deben ser tratados con el rigor de las armas en combate abierto.
(https://www.youtube.com/watch?v=YIBGRJKZij0)
Si a todo lo anterior le añadimos la vieja táctica militar que asegura que: “la mejor defensa es un buen ataque”, tal vez comprendamos mejor la razón por la que muchas veces, como corroboran videos y testigos, los desmanes comienzan precisamente cuando hace su aparición el Escuadrón Móvil Antidisturbios (https://www.facebook.com/diana.naranjo.77715869/posts/334434734785613) y también parece más comprensible la necesidad de infiltrar las marchas con integrantes de estas instituciones, precisamente para lanzar la primera piedra que desate la avalancha. (https://www.facebook.com/100001435970441/videos/4134027579988400)
La crisis que Colombia enfrenta no surgió de un día para otro; quienes marchan en el paro no se levantaron un día y sintieron ganas de salir a gritar arengas contra el gobierno. La crisis en el país viene desde hace mucho tiempo atrás, a raíz de las necesidades acumuladas, de la corrupción rampante y los crímenes impunes, que las rancias clases dirigentes pretendieron en su momento continuar disimulando, al ensalzar a un presidente que, paradójicamente, sí resultó ser un aparecido que emergió de la nada, de un día para otro. La democracia siempre ha estado en riesgo en Colombia, en especial desde que el paramilitarismo, en conjunto con la institucionalidad, el narcotráfico y la libre empresa decidieron “refundar la patria”. Las últimas décadas, con modificaciones a la constitución, reelecciones y fosas comunes; además de desplazados, glifosato y compra de votos; constituyen la peor época de la democracia colombiana que, como una olla a presión, finalmente estalló en las multitudinarias manifestaciones del Paro Nacional, como consecuencia directa del mal gobierno que se esfuerza por continuar separando al país político del país real, de ese que no aparece en los medios masivos de comunicación que, como afirman en la película “V de Venganza” (2005), no se han encargado de crear mentiras, tan solo de transmitirlas, ya que de crearlas se encarga el gobierno directamente.
(https://www.facebook.com/andresfelipe.tellezbuitragoh/videos/4040651236021813)
A veces se confunde el honor con el ego, y esa confusión puede enturbiar la mirada y embotar la sensatez con mucha facilidad. Muchos todavía piensan que el fin justifica los medios, aún si dichos medios involucran flagrantes y atroces acciones criminales (https://www.youtube.com/watch?v=wRu5_eyzNeY). Casos como los falsos positivos, en ese afán de mostrar resultados aún si esto implicaba volver las armas contra el pueblo inerme, inocente, pobre y trabajador; la mal llamada “comunidad del anillo”, que creó una red de prostitución al interior de las fuerzas militares (https://www.kienyke.com/krimen-y-korrupcion/le-costo-la-vida-esta-alferez-descubrir-una-red-de-prostitucion-en-la-policia); los casos de civiles secuestrados por militares, para luego ser vendidos a la guerrilla (Guillermo Rico Reyes. “Una Mentira Llamada Pos-Conflicto” 2016); el espionaje a través de las “chuzadas” del extinto DAS; las grotescas canciones sobre calaveras, madres, estropajos, tumbas, suegras, novias y vampiros negros, con las que buscan “envalentonar” a los reclutas (https://www.infobae.com/america/colombia/2020/10/22/cantos-militares-que-incitan-a-la-violencia-contra-la-mujer-despiertan-indignacion/) y, finalmente, el terrible accionar de la policía frente a la manifestación del Paro Nacional, son pruebas de que hace tiempo las instituciones armadas dejaron de lado el honor, para alimentar el ego, tanto de sí mismas, como de los poderosos que las amparan.
¿Y cuál es la consecuencia de todo lo anterior? Que ciudadanos “de bien”, como ciertos individuos que afirman ser “empresarios” en Cali, piensen que cuentan con las facultades suficientes para tomar armas (¿de fogueo?) y disparar contra los manifestantes; pues basta con señalar que se trata de vándalos, para justificar su proceder, convencidos de que su dinero y su imagen son garantías suficientes para mantenerlos exentos de afrontar la ley; de ahí que realicen videos y los viralicen por redes sociales, presentando excusas, afirmando que han aprendido la lección, que el camino no son las armas, la guerra civil o el “resentimiento”; para luego victimizarse y así, finalmente, dar a entender que sus acciones están más que justificadas. Yo me pregunto, si a uno de estos “ciudadanos de bien” no lo hubieran identificado, ¿habría hecho el video para justificarse? Me parece extraño que afirme que siente miedo de que lo ataquen, cuando claramente es capaz de tomar un arma para “defenderse”. ¿Qué es lo que pretende este sujeto cuando afirma que su arma la obtuvo legalmente? Tal vez vanagloriarse de su aparente capacidad adquisitiva pues, a fin de cuentas, si realmente tuviera el valor de dar la cara, no haría un video para redes sociales, eso cualquiera puede hacerlo en la actualidad; lo que realmente demostraría su arrepentimiento sería su entrega voluntaria a las autoridades para ser juzgado por las acciones nefastas que llevó a cabo, como conformar grupos de para-civiles, para disparar contra aquellos que no están de acuerdo con él. Eso sí que demostraría que se encuentra arrepentido y que pagará ante la ley y ante Colombia por pensar que las armas son la solución a los problemas nacionales y a los de la comuna veintidós de Cali.
(https://www.facebook.com/748329521844659/videos/530442415001296)
¿Qué le demuestra Colombia al mundo entero si permite que estas situaciones queden impunes? ¿Qué le están diciendo el gobierno de Duque y su cruel titiritero al pueblo colombiano al permitir que, además de todos los crímenes de lesa humanidad impunes a lo largo de sus respectivos periodos presidenciales, estos nuevos casos, documentados y vistos por ciudadanos de todo el mundo, sea tratados con la misma indulgencia y cubiertos por el mismo manto de olvido y desdén con el que se han cubierto los anteriores? ¿Qué mensaje le dan a Colombia y al mundo las fuerzas armadas de esta nación, si deciden obedecer los absurdos mandatos del coronel retirado del ejército Plubio Hernán Mejía que, con diecinueve años de prisión a cuestas, por falsos positivos y paramilitarismo, tiene el descaro de escribir comunicados exhortando a las tropas a tomar las armas y hacer “valer la institucionalidad”, por encima del mismo presidente? (https://www.youtube.com/watch?v=mUo7YTJkofk) ¿Qué sucede en el alma y en el corazón de los integrantes de estas instituciones, si deciden obedecer las desproporcionadas órdenes de un criminal condenado, por mucho que haya sido militar de alto rango, y que los exhorta a volverse los verdugos de su propio pueblo? Como decía una pancarta que sostenía una joven durante la manifestación del pasado 28 de Mayo: “¿A dónde fue el amor con el que juraste defender a tu pueblo, gritando Dios y Patria?”
Y, así como hay personas ingenuas que piensan todavía en la nobleza de las armas patrias, también existen policías y militares ingenuos que creen que sus acciones están protegidas de cualquier consecuencia, porque es su deber y su trabajo aplicar la fuerza cuando sea necesario. Luego de la “seguridad democrática”, las fuerzas armadas pensaron tener una especie de patente de corso para justificar su proceder, por muy ilegal que fuera; sin embargo, en el momento en que dichos crímenes se revelaron, los titiriteros se contentaron con que fueran sus marionetas las que pagaran los platos rotos. Con los escándalos de Agro Ingreso Seguro, los falsos positivos, entre otros crímenes, no fue quien encabezaba el gobierno en ese entonces quien rindió cuentas ante la ley, fueron sus títeres de turno quienes de una forma o de otra se vieron acorralados por la justicia.
Hoy la historia se repite, y no solo porque quien pagará las consecuencias será el inepto presidente que encabeza el gobierno, pese a que los hilos que lo mueven son pulsados desde otras instancias. La historia se repetirá cuando llegue el momento de pagar las consecuencias, pues en ese instante las instituciones se lavarán las manos y van a contentarse con tildar de “manzanas podridas” a los funcionarios implicados en los crímenes de estado durante la protesta, y asegurar que “no estaban ejerciendo sus labores el día del altercado” (https://www.youtube.com/watch?v=HOzTqafPTfI) para, finalmente, abandonarlos a su suerte; tal y como en el pasado han abandonado a su suerte a muchos integrantes de estas instituciones que, luego de volver heridos y discapacitados de enfrentar la guerra fratricida, terminaron muriendo en medio de la pobreza y la indiferencia, esperando ingenuamente a que las tutelas impuestas les permitieran disfrutar, al menos durante los últimos días de sus vidas, de una pensión digna del tiempo, la sangre y la juventud derramadas por el “honor” de la patria o, mejor dicho, por el “ego” de los que mal gobiernan. (https://www.youtube.com/watch?v=WfXHwecnqao)
Sería un ejercicio interesante para los integrantes de la fuerza pública que, antes de salir a ejercer sus funciones el próximo día de marchas, se dieran la oportunidad de ver la película “Voces Inocentes” (2004) que mencioné al principio de este texto y, posteriormente, se pregunten en la soledad de sus almas: “¿De verdad vale la pena perder el honor propio para satisfacer el insaciable ego criminal de la resentida e indiferente ´gente de bien´?”
(https://www.facebook.com/RevistaElCentenario/videos/1100855943771903)
¿Vale la pena prolongar el deshonor?
(https://www.youtube.com/watch?v=qFCYToPoQVw)
Juan David Bastidas Pantoja
(Todas las imágenes usadas en esta presentación fueron tomadas de Internet y su uso se hace con fines didácticos y de entretenimiento.)
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