A lo largo de estos años de trabajo, son muchas las experiencias maravillosas que he vivido como escritor; y, hace unos días, en la Feria de Arte y Artesanía del Carnaval, pude constatar el alcance que pueden tener las historias al tocar los corazones de los lectores.
Un joven llamado Samuel, se me acercó el pasado 7 de Enero de 2.020 y, tras comentarme que, un año atrás le había presentado "La Tierra de las Cordilleras" en otra feria, me preguntó si le aceptaba en monedas el pago por "El Jaguar Dorado". A continuación, el pequeño Samuel extrajo una bolsa llena de monedas de cien y doscientos pesos y me aseguró que, desde el año anterior, se había dedicado a ahorrar tanto como le era posible, para poder comprar el primer libro de la saga, en el siguiente Carnaval.
De esa manera, empezamos a formar varias torres de monedas doradas y plateadas. En lo personal, me sentía como si hubiese descubierto un tesoro pirata escondido, o una olla de oro al final de un Arco Iris. Samuel finalmente obtuvo el fruto de su esfuerzo, y se llevó a su casa el primer libro de la saga.
En mis años como escritor, muchas personas afirman, a veces vanagloriándose con orgullo, que los libros están condenados a desaparecer, pues nadie los lee en la actualidad; otros se entristecen al ver el pobre vocabulario de las nuevas generaciones, a las que acusan de permanecer demasiado tiempo frente a las pantallas de los teléfonos táctiles y los computadores. Muchos más se quejan de la falta de lectura entre los más jóvenes, afirmando que todos los intentos por fomentar los hábitos lectores, han resultado infructuosos.
Mi experiencia, en cambio, tanto personal, como al conocer a jóvenes como Samuel, me ha demostrado que esas ideas y conceptos no son del todo exactos. Por el simple hecho de ser quienes son, los niños y jóvenes aún sienten que su corazón vibra ante la aventura, ante el misterio y la magia de una historia que los invite a soñar. Los niños y jóvenes no tienen miedo de embarcarse en una buena historia que logre atrapar su atención y despertar en ellos la chispa de la emoción.
Lo que realmente necesitan nuestros niños y jóvenes es motivación, para que puedan acercarse libremente a la literatura y descubrir, por sí mismos, los tesoros encerrados en las páginas impresas.
No es cuestión de darles un listado de libros "buenos" o "útiles" que deben leer y señalarles con desdén los libros "malos" e "inútiles", que deben evitar; en especial cuando en estos listados se condena a la fantasía, a la ciencia ficción y hasta a los comics; pero, en cambio, no se pronuncian en absoluto ante las nocivas ideas de libros como "Mi Lucha" de Hitler, o las publicaciones que exaltan la cultura mafiosa y delincuencial.
Tampoco es cuestión de cronometrar sus lecturas, para comprobar cuántos libros son capaces de leer en un mes, en comparación con cuántos deberían estar leyendo en el mismo lapso de tiempo.
Lo que los niños y jóvenes necesitan, es libertad para leer a su manera, y la suficiente motivación y acompañamiento, para continuar incrementando su afición por los libros de manera espontánea. Ya es hora de dejar de ver a los niños como simples "Tablas Rasas" sobre las que hay que escribir; en su lugar, es tiempo de que los adultos valoren el interés que se despierta en los niños hacia un libro, para poder acompañarlos a descubrir la magia de las letras.
Al joven Samuel, deseo expresarle mi admiración, por su disciplina y constancia, valores que de seguro le permitirán alcanzar sus sueños más elevados. Finalmente, tan solo me resta agradecerle, por destinar su tesoro para poder descubrir la magia de "La Tierra de las Cordilleras"
Juan David Bastidas Pantoja.
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